viernes, 3 de diciembre de 2010

EL SEÑOR NIEVE (La otra Navidad Blanca)

Todos querían al Señor Nieve. Era el más popular a la hora de recibir invitaciones a copas de vino, aunque él tampoco se mostraba tacaño a la hora de pagar una ronda, no a los que le acompañaban en su sempiterna corte de bufones y busconas, sino a otros que se encontraba en su derrotero, para decirles con su billete de veinte que allí estaba él, el Señor Nieve.
Era divertido, sin excesos. Parecía escuchar y en lugar de mediar en una conversación, iniciaba el debate con una cándida pregunta llena de obviedades. Todos daban su punto de vista, el sí, el no. El globo iba hinchándose poco a poco de estériles argumentos hasta que, con gracia, el Señor Nieve sacaba el mondadientes de la boca y rompía la discusión. Con una sola frase les hacía ver lo borregos que eran todos en ese rebaño de un solo pastor. Sabía que era una exhibición, porque realmente estaban interesados en sus negocios mercantiles y les daba igual cómo matar el resto del tiempo..
Había deshinchado el globo, rompiéndolo con estruendo de vítores: ¡Qué listo ha salido. Cuidado con el tio, que controla. Lo de Señor, le vendrá por algo,- decían entredientes neuronales sus acólitos y los que miraban desde lejos. Mejor tenerlo de amigo.........

Se empezó a formar una bola. Este se lo dijo al otro; el otro al uno y luego al dos y...... los había con ojos en la cara que habían sido testigos. Todos sabían dónde buscar al Seños Nieve para refregarse en su espalda o dejar sus dineros con los pequeñas estrellas nevadas que decoraban las noches. Esperar las madrugadas del vicio, repartir nieve sin parar.
Bolita a bolita llegó a ser el Señor Nieve, que todos los años vuelve por estas fechas para enrojecernos la nariz. A muchos les ha dejado el vicio...........

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